ODA A SALVADOR DALÍ
¡Oh Salvador Dalí, de voz aceitunada!
No elogio tu imperfecto pincel adolescente
ni tu color que ronda la color de tu tiempo,
pero alabo tus ansias de eterno limitado.
Alma higiénica, vives sobre mármoles nuevos.
Huyes la oscura selva de formas increíbles.
Tu fantasía llega donde llegan tus manos,
y gozas el soneto del mar en tu ventana.
El mundo tiene sordas penumbras y desorden,
en los primeros términos que el humano frecuenta.
Pero ya las estrellas ocultando paisajes,
señalan el esquema perfecto de sus órbitas.
La corriente del tiempo se remansa y ordena
en las formas numéricas de un siglo y otro siglo.
Y la Muerte vencida se refugia temblando
en el círculo estrecho del minuto presente.
Al coger tu paleta, con un tiro en un ala,
pides la luz que anima la copa del olivo.
Ancha luz de Minerva, constructora de andamios,
donde no cabe el sueño ni su flora inexacta.
Pides la luz antigua que se queda en la frente,
sin bajar a la boca ni al corazón del hombre.
Luz que temen las vides entrañables de Baco
y la fuerza sin orden que lleva el agua curva.
Haces bien en poner banderines de aviso,
en el límite oscuro que relumbra de noche.
Como pintor no quieres que te ablande la forma
el algodón cambiante de una nube imprevista.
El pez en la pecera y el pájaro en la jaula.
No quieres inventarlos en el mar o en el viento.
Estilizas o copias después de haber mirado
con honestas pupilas sus cuerpecillos ágiles.
Amas una materia definida y exacta
donde el hongo no pueda poner su campamento.
Amas la arquitectura que construye en lo ausente
y admites la bandera como una simple broma.
Dice el compás de acero su corto verso elástico.
Desconocidas islas desmienten ya la esfera.
Dice la línea recta su vertical esfuerzo
y los sabios cristales cantan sus geometrías.
Pero también la rosa del jardín donde vives.
¡Siempre la rosa, siempre, norte y sur de nosotros!
Tranquila y concentrada como una estatua ciega,
ignorante de esfuerzos soterrados que causa.
Rosa pura que limpia de artificios y croquis
y nos abre las alas tenues de la sonrisa.
(Mariposa clavada que medita su vuelo.)
Rosa del equilibrio sin dolores buscados.
¡Siempre la rosa!
Aunque no sea uno de sus mejores poemas ni de lejos, lo he escogido porque siempre he sentido una gran admiración hacia Salvador Dalí, tanto como pintor como su personalidad excéntrica y rara. Siempre me ha llamado mucho la atención que tres genios como son Lorca, Dalí y Buñuel coincidiesen en el tiempo y mantuvieran una amistad tan surrealista.
Afortunadamente, Dalí no siguió el trágico destino de su amigo Lorca y no sólo vivió muchísimos años sino que llegó a triunfar a nivel mundial como pìntor. Lo que no sabe mucha gente es que tuvo una corta carrera en el cine, en un primer momento, con su amigo Luis Buñuel y el corto surrealista "Un perro andaluz", que es el que se muestra a continuación.
También trabajó con Walt Disney en un corto de animación y fue el director de fotografía en el largometraje "Recuerda", uno de los muchos peliculones del maestro Alfred Hitchcock. A continuación muestro una parte en la que un personaje habla de un sueño, y quién mejor que Dalí para representarlo.
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